lunes, 18 de junio de 2007

Sobre el tiempo y la tiranía del tiempo

Hoy, la concepción del tiempo es la herramienta para esclavizar.”

Es claro que hoy día todos los hombres sumergidos en la rutina rígida se tornan enfermos (de estrés, de agotamiento, de decepción o angustia, etc.). El hecho de no poder disponer del propio tiempo cómo y cuando se lo desea lleva a la desesperación, la angustia, etc.

La concepción del tiempo actual está casi totalmente ligada al trabajo, dado que la producción moderna depende completamente del tiempo, de la velocidad con que se pueda llevar a cabo.

Esta concepción del tiempo = dinero se arraigó a tal punto en la sociedad que ningún hombre que pertenezca a la misma es ajeno a ella.

Cuando una persona tiene que dejar de hacer lo que le gusta o lo que para ella tiene importancia por “carecer de tiempo”, ésta sufre. El tener que cumplir un horario estricto, no por responsabilidad ni por necesidad, sino para que la empresa a la que pertenece supere a su competidor –sin obtener, en muchos casos, ningún porcentaje de la ganancia que dio el logro de este objetivo –provoca una ausencia de pasión, de amor por la vida, fatal para cualquier espíritu, excepto, quizás, para aquellos denominados “fanáticos del trabajo”.

Esta idea del trabajo-dinero-tiempo subsiste en la actualidad porque se sostiene una teoría económica en la cual el humano debe, por sobre todo, producir y competir, lo que provoca una leve mejora (o quizás no tan leve) en la calidad de los productos, pero, a su vez, una excesiva utilización de materias primas, su desperdicio, y, como éstas provienen de recursos naturales limitados, es algo imperdonable.

Hay gran cantidad de hombres y mujeres a los cuales el trabajo rutinario –que los obliga a dormirse y despertarse siempre a la misma hora, comer apurados o incómodos, con riesgo de sanciones monetarias de no cumplir su horario- les resulta harto dañino, psicológicamente y físicamente, y puede convertirse en algo irreparable. Todos los seres humanos somos distintos naturalmente, por lo cual no podemos someternos sin perjuicio a ciertas condiciones y/o reglas de trabajo, aunque la masa de la sociedad las considere sanas y simples, y hasta beneficiosas.

Sin embargo, estoy seguro de que la mayoría de los trabajadores -excepto, quizás, aquellos en los que la rutina es un componente esencial de su comportamiento humano –sufren serios daños, al menos psicológicos, por esta causa. Para fundamentar esta afirmación, y para comprenderla, hay que tener en cuenta que la percepción humana de la realidad tiende a corroborar la situación vigente, de modo sistemático, para ayudarlo a soportar cualquier situación, por más terrible que sea, y para ayudarlo a prosperar y a conseguir una paz mental relativa, que es sin duda necesaria.

Por lo tanto, el primer paso que hay que dar para librarse de tales sufrimientos es comprender que tal conteo de tiempo es ficticio, que el único tiempo real e importante es el psicológico y no el cronológico, que el tiempo es libre, y que este conteo es así únicamente porque comprende el menor tiempo posible entre una y otra jornada laboral y, por lo tanto, produce una producción más intensa y una ganancia mayor para los emprendedores, a veces en detrimento de la salud ecológica.

A partir de la destrucción mental personal de esta concepción ficticia de tiempo cada uno elegirá su camino igual que como lo hacía antes, pero habiendo ganado la batalla a una de las barreras mentales más fuertes, más arraigadas, y que estaba implícita en casi todas las demás limitaciones. Ahora, empero, existe un inconveniente en la actualidad que condiciona la aplicación de esta idea: la destrucción del tiempo ficticio lleva implícita, en muchos casos, la desvinculación de los hombres de su trabajo diario, ya que es éste el que actúa como órgano de cohesión y coacción, jugando con la necesidad de un sueldo, para subsistir, de todo ser humano inmerso en la sociedad moderna.

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